Hace unos días escribí un pequeño artículo para La Vanguardia hablando de mi blog. Tenía que explicar cómo se me había ocurrido la idea de vivir viajando y abrir un lugar en Internet en el que explicar mis anécdotas y experiencias.
La verdad es que nunca me había planteado explicarlo pero, ya que acabé escribiéndolo en el artículo, también quiero hacerlo aquí: he matado a mi portera y todo mi edificio me recuerda a ella.
No, lo cierto es que la idea me surgió en Lille, una ciudad muy bonita situada al norte de Francia:

Como soy una persona alegre y sonriente, me extrañó muchísimo la tristeza que me embargó en la Catedral de Notre Dame de la Treille de Lille y me quedé completamente parada cuando se me escaparon las lágrimas.
En este artículo voy a explicaros qué significó Lille para mí.
Visitando Lille con los compañeros incorrectos
Como yo ya había terminado mis exámenes y no quería quedarme sin viajar durante el fin de semana porque mis amigos todavía tenían que estudiar, decidí coger el tren desde Bruselas hasta Lille con dos chicos italianos que también vivían en Louvain-la-Neuve. Las veces que había hablado con ellos me habían parecido súper simpáticos y, como de Erasmus todo el mundo es amigo, me animé a la aventura.
Al llegar a la ciudad me sorprendieron gratamente porque eran tan fanáticos del arte como yo. Entramos en todas las iglesias, me escucharon hablar de capiteles y yo les escuché a ellos hablar del arte italiano.
Aquí os dejo un ejemplo de la arquitectura de Lille: la iglesia de San Mauricio. Es la más cercana a la estación de tren, así que fue la primera que vimos.
Lo curioso es que tardó cuatro siglos en estar completamente terminada y cuenta tanto con características góticas como neogóticas; realmente impresiona verla en persona:

Lo de los compañeros incorrectos no es clave en la historia, pero al salir de la Iglesia de San Mauricio y dedicarnos a vagar por la ciudad, nos cruzamos con algunas parejas homosexuales y los chicos se dedicaron a realizar comentarios homófobos durante toda la mañana.
En un principio hice oídos sordos, pero finalmente les di un toque de atención preguntándoles si les estaban haciendo daño, la respuesta fue algo así como «sí, a la vista».
Después de sentir ganas de abofetearles como Woody a Buzz Lightyear cuando éste se emborracha y se disfrazada de señora Nesbit, decidí tirar hacia delante y evitarme un dolor de cabeza.
Por qué me emocioné en la Catedral de Lille
A pesar de ser junio no dejaba de llover, hacía un frío espantoso y recuerdo que el viento me hacía parecer un supersaiyajin.
Iba caminando mirando hacia el suelo para no quedarme vizca (ya sabéis, hay que tener cuidado con los soplos de aire) cuando, al levantar la mirada, me encontré con la Catedral de Notre Dame de Lille de frente: inmensa y de color grisáceo, se presentaba ante mí como la primera construcción religiosa y verdaderamente moderna que había visto hasta ahora.

Es extraño como a todos los historiadores del arte que conozco nos choca ver arte religioso mezclado con arte contemporáneo. Quizá por inexpertos, de buenas a primeras nos suele parecer terriblemente feo. Yo he acabado enamorándome de ésta.
Los chicos y yo entramos para salvaguardarnos del terrible frío y, a nuestros primeros pasos en el interior, una mujer de mediana edad apareció apresurada preguntándonos si, por favor, nos podíamos sentar durante unos minutos: habían arreglado el antiguo órgano e iban a hacer un concierto con un coro de niños, pero la catedral estaba prácticamente vacía. Le dije que sí y me senté.

Estaba secándome cuando el concierto empezó. Nunca había visto uno en directo, así que ilusionada dejé de hacer lo que estaba haciendo y comencé a escuchar. El órgano sonaba tal y como me lo había imaginado; he estudiado música clásica pero os engañaría si os dijera que soy una entendida. Sólo puedo decir que a través de cada nota podías intuir el aire ascendiendo a través de los tubos y el sonido era tan grave que no me costó volar años atrás con la imaginación.
De repente, un coro de niños empezó a entonar ‘Ave Maria’ de Caccini:
Sus voces eran increíbles y la carne se me puso de gallina.
No pude evitar ponerme a pensar en lo que estaba viviendo: ahí estaba yo, en Francia, con mi mochila y recorriendo países desde hacía meses. Me sentí libre, recordé la felicidad que había sentido en Bratislava caminando con mis amigos y, al mismo tiempo, la música -creyente o no, sólo puede definirla como celestial- me hizo sentir pequeña y me di cuenta de que mi vida no era más que un micropunto en la historia del Universo, ¿cómo iba a malgastarla haciendo cosas que no quería hacer si era tan valiosa? y, al mismo tiempo, ¿cómo iba a malgastarla si era tan insignificante y tampoco tenía tanta importancia?
De repente, un niño de unos 6 años hizo el agudo que Sumi Jo hace en el minuto 2:06 del vídeo, se me encogió el corazón y, al pestañear, me di cuenta de que mis ojos estaban aguosos.
Ahí me di cuenta de que quería dedicarme a lo que me hiciera feliz, y el resto ya lo conocéis.
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19 comentarios
Jaja bonita historia de como empezaste, paree muy bonito, el estilo Gótico me gusta mucho, pero me gusta más el barroco, todo muy…sobrecargado (como dice su nombre).
Me hubiese gustado verte hacer de Buzz, y cortarles la homofóbia, que muchos la hacen por hacerse los graciosos sin pensarlo en realidad, es raro verlo en gente culta, suele ser un síntoma de una gran incultura.
Por lo demás… es muy emocionante.
Muchas gracias Davideli 🙂
En cuanto a los chicos, pues sí, si les quitabas la homofobia eran buena gente. Supongo que se debía a que eran italianos, y ahí la homosexualidad…
Te leemos, supersaiyajin, te leemos, jajajajajaja. Sigue disfrutando de la vida, y emocionándote en ella, lo que hagas con tu vida decidirá si es insignificante o sumamente valiosa! De momento ya vas sumando muchas risas al mundo! Gracias! 🙂
Jolín, con comentarios como este a una LE ENTRAN GANAS DE MATAR. Que no, que es broma. Que me ponéis tan ancha diciéndome cosas bonitas que al final no cabré en la cama (frase de mi madre).
Gracias a ti por comentar Dani!
Hola!
Me ha emocionado mucho tu relato, porque has compartido un momento muy trascendental con nosotros (y por compartir el vídeo de Sumi, que eso emociona a cualquiera). Cuando visitas ciertos sitios, te recorre una sensación que es muy difícil explicar con palabras, que te hace replantearte tu vida. Cada vez que viajo y visito algún sitio emblemático, tengo esa sensación. La vez que más fuerte me dio fue cuando fui al British y vi el Parthenon: después de tanto estudiarlo, cuando lo vi no pude parar de llorar en un rato.
Pero donde te has lucido es en lo del perro: estoy en el trabajo (y trabajo en una biblioteca) y se me ha escapado una carcajada que no veas!!
Un abrazo!
Qué bien me ha sentado tu comentario, porque me estaba preguntando si había hecho bien o no compartiendo algo tan personal 🙂
¿Has estudiado historia del arte?
He estudiado Humanidades, con la especialidad de patrimonio y la de archivos y bibliotecas (de ahí el sitio donde trabajo, xd), por lo que tuve muchísimas asignaturas relacionadas con el mundo del arte.
Y a título personal, siempre me ha encantado el arte, sufro del síndrome Stendhal a tope!! 🙂
Que gran momento, sin duda estos pequeños instantes inesperados son los que marcan una visita y te marcan para siempre. Hoy en día con tantos contenidos a nuestros alrededor si viajamos a un sitio seguro que lo hemos visto mil veces antes, pero estos sucesos que no se esperan ni prevén son los que animan a seguir viajando.
Un saludote!
Completamente de acuerdo.
Gracias por pasarte José Carlos 🙂
Claro que te leo! y después de matar a tu portera mucho más! por que…no..no sabes sabes donde vivo, no? – leer esto último con voz temblorosa.
Es chulísmo que hayas compartido con tanta gente un momento tan íntimo.
Claro que no sé dónde vives -dijo Judith afilando los cuchillos
Noooooooooo! te daré mis cereales, mi atún y tengo mikados! pero no me mates! sabias que mikado es una de las formas de llamar al empreador de japón? -toma! ahi te he sorprendido-
Estos momentos personales son los que te diferencian del resto de blogs de viajes y me encanta leerlos porque te definen como persona. Y con tu humor absurdo ya ni te digo.
La catedral mola un huevo! Parece una nave-lápida. (Mi comentario es de libro de historia del arte).
Hola Judith!
Parece curioso que todos tengamos ese momento «clave» que nos hace sentir tan pequeñitos que nos haga pensar y reflexionar. Yo también tuve mi momento en «La Consolata» de Turín, también en una Iglesia.
Qué gozada que seas historiadora del arte para apreciar más los detalles durante los viajes, como es el caso. A mi me suele dar envidia, porque soy de ciencias puras por lo que no soy muy ducha en arte…
Sigue escribiendo, lo haces muy bien, y con ese toque de humor que te caracteriza, has conseguido meternos en el bolsillo, enhorabuena.
Un saludo y hasta pronto.
Wow… Menos mal que me has avisado de que el comentario podía estar en la carpeta ‘SPAM’ y no me he perdido leerlo.
Muchas gracias por tomarte el tiempo de escribirme algo así, la verdad es que me animáis mucho a seguir escribiendo y a tirar el sueño para delante!
PD: Aún recuerdo cómo te conocí, que comenté la entrada de Sarlat 🙂
He descubierto hoy tu blog y me lo he leido entero… de lo mejor que he leido en mucho tiempo, aqui te dejo el blog de unas amigas tambien de viajes
http://planetafiasco.wordpress.com/
Muchas gracias Jorge!
Ahora le echo un vistazo 🙂
Te leemos y te admiramos, seeep!!
Preciosa la historia 😀
Me alegro mucho que te cambiase y por eso tengamos tu blog (aunque nos hayas abandonado un poquitillo =( )
Hola muy bonita y emotiva historia, que ahora mismo he tenido experiencias similares.
Mucha suerte y exitos.
Gracias por compartir tus historias y consejos.