Hola chicos! Soy Judith y estoy en Inglaterra ahora mismo, asi que escribire sin acentos y se me perdonara (se que realmente es «tilde», pero me suena a nombre de mujer alemana que vive en un pueblecito de Baviera) – «mira Tilde, como le gusta cocinar pasteles de manzana», verdad?
Os dejo con un articulo de Alba, tan bueno como los que ha escrito hasta ahora. Disfrutad!
Hiroshima es famosa porque allí fue tirada la primera bomba atómica y, aunque sea un sitio realmente bonito, se ha acabado convirtiendo en un sitio turístico por este hecho, no nos engañemos.

Yo recomiendo mucho visitar esta ciudad si alguna vez vais a Japón, ya que se trata de un núcleo urbano que no es ni tan pequeño como Takayama o Kanazawa ni tan grande como Kyoto, Osaka o Tokyo, de manera que se posiciona bastante bien en el centro, siendo una buena mezcla entre urbe y naturaleza.
En la ciudad encontraréis de todo y no tardaréis demasiado tiempo en llegar a todas partes con el tranvía que la recorre. Recomiendo muchísimo visitar Miyajima, una isla muy cercana donde podréis encontrar un templo que flota sobre el mar, si tenéis la suerte de ver subir la marea.

¡Pero yo no soy tan diferente al resto de turistas!
Sí, me habéis pillado! De lo que quería hablaros no es de lo bonitas que son las islas circundantes -que lo son-, sino del problema bélico frente al cual se encontró la ciudad. O mejor dicho, de la impresión que me causó a mí personalmente. Yo iba con la idea fija de no entrar en el museo de la Paz de Hiroshima, ya que había hablado anteriormente con amigos que habían estado allí y todo el mundo coincidía con que salían muy tocados.
En el último momento cambié de opinión -lo mismo que me pasó con Okinawa, por suerte- y entré medio asustada en el museo. Y me encontré con una grata sorpresa.
¿Y que pasó dentro del museo?
Básicamente el museo se divide en dos partes, la primera expone la situación general de la guerra, así como el descubrimiento del átomo, los primeros experimentos, la evolución de la energía nuclear, la posesión que se tiene mundialmente de bombas atómicas en la actualidad -U.S.A., Francia, Reino Unido, Corea del sur, Rusia y China como máximos exponentes y Corea del norte que sigue sin soltar prenda, aunque se intuye que tiene un montón- e información por el estilo, toda muy científica y podríamos decir que objetiva.
Al cruzar un largo pasillo nos encontramos con la segunda parte del museo, la que mis amigos calificaban de ser demasiado fuerte. Esta nos proporciona información mas detallada del conflicto en sí. Al entrar uno se encuentra con una pequeña reconstrucción de lo que serían unos edificios destruidos, con dos muñecos de cera representando a dos niños a los que se les deshace la piel a causa del calor que habría desprendido la bomba. A partir de aquí se muestran algunas fotografías y información personal de las víctimas, utilizando objetos de uso cotidiano y hasta partículas de pelo y uñas en algunos de los casos.
El recorrido termina cuando se explica la famosa historia de Sadako Sasaki, una niña que enfermó de cáncer a causa de la bomba y, siguiendo la tradición de llegar a hacer las mil grullas de origami para conseguir ver cumplido su deseo, murió al haber realizado 644.
¿Por qué haber entrado en el museo fue tan importante?
Salí del museo con una sensación agridulce. Por una parte me había sorprendido gratamente lo que he nombrado la primera parte del mismo, ya que da una información muy amplia que ayuda al visitante a comprender las causas del desastre. Pero la segunda parte me mostró lo que yo tenía miedo de encontrarme, que es cierto sensacionalismo mezclado con el morbo fácil tan típico del turista -en la mayor parte de los casos americano-.
Y finalmente paré a pensar en el nombre del museo, que no es de la bomba atómica, sino de la Paz.
Quiero recalcar que después de los sucesos en Hiroshima y en Nagasaki Japón se declaró como país a favor de la paz, de manera que no se ha involucrado en ningún conflicto bélico por ahora.

El museo muestra un recorrido des del momento en que Japón era quizá la más belicista de las naciones hasta la actualidad, pasando por dos de los desastres mas grandes que ha sufrido la humanidad. Y todo este discurso se desata, como era de esperar, con un fuerte nacionalismo que se debe leer entre líneas.
Japón ha sido un país terriblemente cruel durante toda su historia y no se hace referencia a ello en ningún momento en el museo que, repito, supone estar enfocado a la construcción de la paz. A lo que me refiero es que no acaban de asumir sus faltas públicamente, lo cual incrementa la posibilidad de conflicto con sus países vecinos.
Pero esto ya es mi humilde opinión y da pie a un debate que si queréis os invito a desarrollar, pero en el que tampoco quiero extenderme demasiado.
¿A dónde quiero llegar con todo esto?
Concluyendo, valoro muy positivamente haberme decidido en el último momento a visitar el museo, ya que me permitió montarme la paja mental que acabo de vomitar y por la que espero que no me odiéis demasiado. Todo esto también me da pie a enfocar uno de los problemas mas graves que conciernen el pueblo nipón, que es la crisis nuclear que empezó en este momento y se volvió a desatar en marzo del 2011, cuando estalló la central de Fukushima.
Tengo en mente hablaros no ya del desastre sísmico en sí, sino de lo que se está haciendo actualmente con los deshechos, así como la percepción y reacción de la población actualmente.

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8 comentarios
Me ha encantado el artículo. Es más, me han dado ganas de seguir leyendo sobre tu «paja mental». Es muy interesante la reflexión que haces 😉
A mí también me encantó.
Los artículos de Alba siempre le suman valor al blog, será la eterna invitada 🙂
Loleees pero nunca te estás quieta o qué????
Tan pronto estás en Bélgica como en Hiroshima o bien nos das un susto de «muerte» en Poble Nou.
Que disfrutes!!! Besitooooooooo………
¡Jajajajajaja! La de Hiroshima es Alba 😛 aunque me hubiera encantado visitarlo yo también, quizá el año que viene 🙂
¡Besito!
Chulísimo el pos,t como los anteriores de los cementerios japoneses y de Okinawa….mira que estar a punto de no ir a la cuna del kárate ¬¬.
Coincido contigo en que los japoneses tienen ciertas cosas de su historia «reciente» que les cuesta mucho reconocer, en parte porque en su cultura no está bien visto hablar de las cosas malas salvo de las que le veas a un «inferior» y muchas veces ni aún así.
Cuando estuve de erasmus en coimbra salí un tiempo con una joven profesora de japonés y más de una vez le saqué el tema….-también lo hice con los japoneses más cercanos de mi grupo de amigos….y siguieron siendo mis amigos! desde luego se han ganado el cielo jajajajaj-. De allí salieron conversaciones muy interesantes.
*.*
No he estado por esa zona, voy a tener que ir a Japón tres veces más jolín!XDD
Me encantan los japos, como ya sabéis, pero esa manía suya de decir que «si» a todo, sonriendo y ocultando el «no» a veces me dá un poco de repelús.
No sé si yo tendría «tripas» para visitar el museo, lo bueno es que ya me lo has contado y ahorrado el mal trago!!XDD
Muchas gracias Alba, un post muy interesante!!
Chu!!
Bueno, lo del sensacionalismo y el morbo… eso va a estar en todas partes en especial cosas así, si no…. no vende.
Lo de la paz, pues aunque no asuman su responsabilidad pasada, al menos…rectificar es de sabios, quizás no lo estén haciendo 100% bien, pero al menos ya han cogido el camino para ello, pero siempre he pensado.
«Homo homini lupus » lo que quiero decir, que por experiencias, no se debe confiar en nadie, y menos aún del que vaya presumiendo de ser bueno, podéis tacharme de paranoico, pero me cuesta creer que pueda haber mucho bien sin nada a cambio.
Una posibilidad es «no me hagáis nada, soy bueno, pero no miréis detrás de las cortinas que estoy preparando un arsenal para cuando estéis todos confiados», vale esto puede ser pensar demasiado lejos, pero en resumen lo que quiero decir es que no me fío.
¿ves? Me contagias las pajas mentales.
TRUST NO ONE
Fui al museo de Hiroshima en Septiembre y se me quedó un mal cuerpo que no veas… Es una experiencia verdaderamente impactante, especialmente la segunda parte. Recuerdo todavía el triciclo de uno de los niños que murieron. Esperemos que experiencias como la bomba atómica nunca jamás se vuelvan a repetir.