Cuando Enrico me dijo que había estado viviendo en Estados Unidos le ametrallé a preguntas. Un par de semanas después me propuso explicar aquí su genial aventura en caravana desde California hasta Arizona (curiosidades incluidas).
Me envió el relato en inglés así que lo he traducido al español, porque hubiera sido estúpido traducirlo al arameo o algo así. He incluido al final la versión original. ¡Disfrutad!Judith
Durante una temporada viví en California. Seguramente algún día publicaré la guía «El Condado de Orange: cómo sobrevivir a la región más rica de América«, pero hoy voy a mencionar como punto de partida Irvine, la ciudad universitaria en la que vivía.
Como ya sabrás, Acción de Gracias es una de las fiestas más importantes de América; a menudo estas fechas se traducen en un par de días de descanso para mantener a los estudiantes (como el que yo fui un día – suspiro) felices y con ganas de pasar este tiempo libre en algún lugar fascinante.
Antes de continuar, debo mencionar algo curioso: sabéis que Acción de Gracias es famoso por ser el día en el que los americanos ponen el pavo al horno, pero ¿sabíais que llegan a saber cuándo está cocinado y preparado a través de un termómetro que peta y que se vende en los supermercados directamente EN EL INTERIOR del pavo?
Bueno, volviendo a nuestro tema principal – teniendo en cuenta que la llegada de las pequeñas vacaciones era inminente, mi grupo de amigos y yo decidimos embarcarnos en un viaje por carretera que finalizaría en Arizona. El objetivo principal: el Parque Nacional del Gran Cañón.

De California hasta Arizona en caravana
Una estupenda mañana soleada, fuimos a por la furgoneta que habíamos alquilado (la más barata, ya que por desgracia el seguro para conductores no-estadounidenses es muy caro) y dejamos nuestro pequeño paraíso costero (al rededor de 20 a 25º grados, la playa y el jacuzzi hubieran sido buenas opciones para satisfacer mi felicidad) dirección al desierto de Arizona.
Después de dejar atrás el horrible tráfico de Los Ángeles y tras 8 horas de coche, por fin llegamos a nuestra primera parada: la increíble ciudad de Flagstaff.
Ahora en serio: no vayáis jamás.
Flagstaff es una pequeña ciudad que sirve, principalmente, como área comercial y último espacio civilizado antes de llegar al inicio de la frontera sur del parque del Gran Cañón.
Mis primeras impresiones en Arizona: sorpresa en el supermercado
Aparte del impresionante desierto, al que me dediqué a admirar durante millas, y millas, y millas, y millas… Había ido a este estado seguro de que encontraría algo ahí que me sorprendería.
Arizona tiene una ley estatal que declara como delito estar «presente en un lugar público pidiendo limosna»… ¡Un crimen! Con este tipo de premisa, estoy seguro de que no te sorprenderá tanto saber que, cuando llegué a Flagstaff y fui al Walmart más cercano a comprar suministros, me encontré con esta zona particular justo después del departamento de limpieza:



Si mi pose no te ha dejado darte cuenta: sí, venden armas en los supermercados. Tengo una buena noticia y una mala al respecto: la buena es… ¡que los rifles son muy baratos! Lo que me hace pensar: ¿os imagináis un día de ofertas? «Hoy 50% de descuento en todas las armas!», «esta semana, 3×2 en todas las pistolas»… ¡Sería increíble! (no, no le pregunté a las reponedoras si tenían alguna promoción); la mala noticia es… que no puedes comprar armas de fuego en Navidad.



Así que si te encuentras el día de Navidad todavía sin regalo para tu amada – olvídate de regalarle un arma.
Tras decidir que no necesitábamos ninguna escopeta para nuestro viaje, llegamos a nuestro motel y nos preparamos para pasar la noche. Explicaros lo «cómodo» que es dormir 7 en una única habitación con una cama de matrimonio sería perder el tiempo, así que me salto esa parte y pasamos directamente al día siguiente.
Segunda sorpresa: cambio drástico del tiempo
Me desperté antes que el resto (desgraciadamente en el suelo) por culpa de dos ruidos que llamaron mi atención: el primero era como el de una gran tormenta y el segundo similar al sonido de una persona barriendo justo en la puerta de nuestro apartamento.
Sentí demasiada curiosidad para seguir durmiendo y, al mirar, nos dimos cuenta de que ya no estábamos en el sur de California:



¡Estaba nevando una barbaridad!
Para que os hagáis una idea, este detalle era algo tan inesperado como que el día anterior nuestra principal preocupación era decidir en qué tipo de piscina íbamos a pasar la tarde.
De todas formas, sobrevivimos a la inesperada ola de frío, empaquetamos nuestras cosas en la caravana y, finalmente, nos trasladamos hasta nuestro destino… ¡El Gran Cañón nos estaba esperando!
Visitando el Gran Cañón del Colorado: una experiencia inigualable
Nunca habrán las suficientes palabras para describir las sensaciones, la majestuosidad y la belleza que sientes ante ti cuando miras por primera vez los increíbles, imponentes y grandes cañones de colores.
En un primer momento me sentí fuera de la realidad: la inmensidad del paisaje te da la impresión de estar viendo una postal, pero como si la fotografía estuviera repleta de detalles. Es una experiencia fuera de lo común.
Sinceramente, no hay nada que pueda escribir para que te hagas una idea de cómo es ver por primera vez al Mr. Gran Cañón.



Una vez has pasado la frontera del parque (lo suficientemente interesante para mencionarla, porque no pagas por persona, sino por vehículo – en nuestro caso fue una gran oferta) encuentras plazas de aparcamiento donde puedes dejar la caravana.
A partir de ese momento, toda una red autobuses gratuitos te van recogiendo y dejado en una serie de puntos de observación. Como seguramente no tienes el suficiente tiempo como para ver todos los puntos en un sólo día, te recomiendo que hables un poco con los guarda-parques que custodian el Gran Cañón hasta que te regalen los nombres de los mejores puntos que existen.
Cada parada te ofrece una perspectiva totalmente diferente y difícilmente te aburrirás viéndolos. De hecho, si lo visitas te darás cuenta de que allí la seguridad es opcional: es ridículamente fácil llegar a la cima de un barranco y éstos no cuentan con ningún tipo de valla o medida de seguridad que evite que caigas o saltes al vacío.
Los autobuses también parar por el pueblo de la zona, al que merece la pena echarle un vistazo. Hay un par de mercados y restaurantes aquí y allá, así como las típicas casas de montaña estilo americano. No es raro ver pasar ciervos por al zona.
La mejor puesta de Sol: Yavapai Pont
Terminamos el día viendo la puesta de Sol desde donde nos dijeron que era el mejor punto de observación: Yavapai Pont. Sin palabras. Ver el Sol escondiéndose poco a poco a través de los cañones, tiñendo ese enorme, tranquilo e impresionante paisaje de un color naranja vibrante a violeta para finalmente pasar a tonos oscuros es de lejos la mejor puesta que he visto en mi vida.
En ese momento, me di cuenta de que todos los kilómetros que había recorrido para experimentar esa pequeña pero extraordinaria decena de minutos había merecido la pena. Lo viví con una extraña sensación de dulce tranquilidad y paz.



Estaba llegando a mi nirvana y podría haber seguido así lo que restaba de día sino fuera porque… estaba empezando a hacer un frío terrible. De verdad, MUCHÍSIMO FRÍO. La temperatura ya era por debajo de los 0º (durante el día había estado entre los 0º y 5º) y en ese momento empezaba a hacer un viento brutal.
Tras guardar en mi mente todas estas emociones e imágenes, volvimos a nuestra caravana.
Después de una breve parada en el típico bar americano de comida rápida situado en la carretera y pasar otra noche en Flagstaff (…), nos dirigimos al sur para conocer nuestro tercer y último destino: Phoenix, capital de Arizona.
«Disfrutando» del Black Friday en Phoenix
Quizá te preguntes por qué elegimos Phoenix. La respuesta es que creímos que era genial pasar el Black Friday en Scottsdale Fashion Square, el centro comercial más grande de Arizona y del suroeste de USA.
Si te suena a nuevo, el Black Friday es el siguiente día de Acción de Gracias, en el que las tiendas abren muy temprano (generalmente a las 6:00 AM) y ofrecen increíbles descuentos (la leyenda dice que hace algún tiempo podías comprar iPods a 50$), por lo que cientos de personas hacen cola delante de éstas como hienas.




En algunos centros comerciales, de hecho, se vive como tradición establecida el hecho de acampar la noche anterior con barbacoas y tiendecitas, esperando el amanecer del «día de compras del año» (sí, suena súper raro…).
Así que a las 6:00 AM (lo que significa que me desperté alrededor de las 5:30) me encontré a mí mismo caminando completamente solo por los pasillos de ese increíble centro comercial (mis compañeros pensaron que no era una idea precisamente brillante) en busca de comprar algo. Mi objetivo era encontrar un buen par de zapatos a un precio increíblemente barato.
Al final, bueno… encontré unos a un precio razonable y los compré: nada que justificara que me despertara antes de que saliera el sol, de todas formas…pero qué coño… ¡había tenido mi dosis de experiencia americana!
Scottsdale: un barrio repleto de arte Indio
Lo que hace esta historia interesante es que al salir del centro comercial después de un par de horas mirando tiendas como un zombie para ver si veía algo barato, me topé con el casco antiguo de Scottsdale, un barrio repleto de arte Indio.
Al parecer, los comerciantes allí tienen buenas relaciones con las tribus indígenas que actualmente viven en las reservas del Arizona. El resultado es que puedes comprar joyas y un gran conjunto de diferentes piezas artesanales hechas por nativos americanos… es decir, ¡verdaderos indios americanos!
Cada pieza realizada se entrega con un certificado que acredita a su creador y a la tribu a la que él/ella pertenece. Por primera vez, me sentí súper cercano a ‘Bailando con Lobos’.
El final de mi aventura
Mi experiencia en Arizona termina con la compra de algunas obras de arte indias, una visita al centro de Phoenix (ahí no sentí que nada llamara particularmente mi atención, aparte del hecho de que Acción de Gracias convirtió la ciudad en un pueblo fantasma) y con un largo viaje a través del desierto.
Quizá pienses que estar tantísimas horas por el desierto es aburrido… Para nada. No te encuentras con uno solo; quiero decir, el paisaje muta continuamente, cada 20 miuntos puedes admirar diferentes tipos de rocas, diferentes colores de arena y diferentes formas de dunas.
Para hacerlo aún más especial, mientras conduces puedes encontrar lugares en los que estacionar súper solitarios, polvorientas gasolineras (espeluznantes), campos militares deshabitados y aleatorios puestos de comida rápida e incluso un pequeño museo sobre aliens (sí… en medio del desierto).



Un total de 1.800 kilómetros en pocos días e imágenes selladas en mi mente permanecerán para siempre en lo que fue para mi un viaje inolvidable. Porque, al final, no importa cuanto tiempo estés conduciendo si el destino merece la pena.
[spoiler intro=»To read the english version» title=»you have to click on ‘Show'»]Once upon a time, I used to live in California. One day I’ll probably start writing the guide “Orange County, aka how to survive to the richest American region”.
But today I’ll mention Irvine, the university city where I was living, only as a starting point.
As you may know, Thanksgiving is one of the most important festivities back in the Columbus’ land, and it often translates to a couple of days off making students (like the one I used to be — sigh) happy and keen to spend their days somewhere fancy.
On a side note, Thanksgiving is also the famous baked turkey day, but does any of you know that Americans get to know when the turkey is cooked and ready through a pop-up button\thermometer (http://home.howstuffworks.com/pop-up-timer.htm) that is sold in the supermarkets directly INSIDE the turkey?
Anyway, back to our main topic, given the arrival of such small vacation my crew and I decided to embark to a road trip that would have brought us to Arizona. Main objective: the Grand Canyon National Park.
One shining morning, we picked up the van that we rented (as cheap as we could, although the car insurance for drivers having a non-US licence is generally very expensive) and left our small coastal paradise (at that time, the temperature was still around 20-25° degrees and beach and Jacuzzi were strong options for every day’s happiness), direction the Arizonan desert.
After leaving the L.A. crazy traffic behind and with about 8 hours of drive we’ve got to our first
checkpoint, the amazing city of Flagstaff.
No, seriously. Don’t go there.
Flagstaff is small city which serves mainly as an inland commercial hub, and it’s also the last civilized outpost before the beginning of the south border of the Grand Canyon park.
My first impressions of Arizona?
Apart from the astounding desert, which I’ve gladly admired for miles, and miles, and miles, and miles… I had gone to AZ aware that somehow I would have gotten surprised by what I would have seen.
Arizona has a state law which makes it a crime to be “present in a public place to beg.”. A crime! With this sort of premises, you may understand that I was not so shocked when, once arrived in Flagstaff and gone to the closest Walmart to get some supplies, after passing the house cleaning department I came across a very particular zone:
In case you’re still wondering — yes, they do sell weapons in ordinary supermarkets.
Ok, there’s a good news and a bad news about that.
The good new is… rifles are really cheap! And what if they do some promotions like… “Today 50% off for all the guns!”, “This week, 3×2 in all the shotguns!”? That would be awesome! (Ehm… no, I didn’t ask to the attendants if they had any promotion ongoing).
The bad new is… You cannot buy firearms on Christmas.
(Sorry for the blurry pic.)
So if you catch yourself on Christmas day still without a present for your beloved one — forget about a weapon.After deciding that no, we didn’t need a weapon for our road trip, we got back to our motel and got ready to spend the night. I won’t lose much time telling you how comfortable it is to sleep in 7 in a unique room with a single queen-size bed, so let’s skip it and move to the next day.
I woke up before anyone else (and yes, I was sleeping on the floor…), because two noises caught my attention: the first one was like a violent windy storm, and the second one was a repetitive human-generated movement just outside our apartment. Someone at 6am was frantically sweeping.
Too much curiosity to sleep, it didn’t take long for us to realize that we were no longer in SoCal:It was snowing like crazy!
Definitely unexpected as till the day before our daily primary concern was deciding which pool we should have picked to get tanned during the afternoon.
Anyway, we survived to the unexpected wave of cold, packed our stuff back to the van and finally moved to our destination… The Grand Canyon was waiting!
There are no such words that will ever be enough to describe the sensations, the majesty, the beauty that appear to you when your eyes glance for the first time these incredible, breathtaking, vast landscape of colorful canyons.
My first sensation was a feeling of being out of the reality. The immensity of the view gave me the impression that I was actually looking to a postcard, to an amazingly detailed picture, to something detached from anything real.
Really, there is nothing I can possibly do to give you a glimpse of how it feels like when you see Mr. Grand Canyon.
Once you cross the border of the park (interestingly enough, you pay the entrance per vehicle, not per person, so in our case it was quite a good deal), you can leave your vehicle in one of the parking lots.
From that point on, a network of free shuttle buses pick you up and leave you in a number of observation points (http://www.nps.gov/grca/parknews/upload/2013SRsummer-guidemap.pdf). Buses pass by each station every 15-30 minutes. You probably don’t have enough time to see every observation point in one single day, but if you chat a little with the bus drivers or with the rangers guarding the park, you quickly get some hot names of the must-seen points to make the best of your time there.
Each stop gives you a radically different perspective of the canyons, and you will hardly get bored on seeing them.
After being there for an hour or so, you’ll quickly come to realize that safety is optional, as it’s ridiculously simple to reach the top of a ravine without any fence or safety measure that would avoid you from having a kilometer-long jump into the void.
The buses also go through the Grand Canyon village, which is worth a quick look too. There are a couple of markets and restaurants here and there, in the typical American mountain houses style, and it’s not rare to see deers just hanging around these areas.
We ended our day seeing the sunset from what they told us to be the best observation point: Yavapai Point. Speechless. Seeing the sun slowly going down through the canyons, turning that huge, impressive and quiet landscape from a vibrating orange, to violet, to finally dark has blessed me with what is by far the best sunset I’ve ever seen in my life.
In that moment, I realized that I could have done all the miles that I’ve done just to experience those extraordinary dozens of minutes, and it would have been worth it anyway. Everything came to me with a strange sense of quietness and sweet peace.
Yes, I was reaching my nirvana and I would have kept the all thing going if… it wasn’t getting so freaking cold. REALLY COLD. The temperature was already below 0°C (it had been between 0° and 5° all day long) and it was getting very very windy.
Therefore, with all these emotions and images packed in my mind, it was time to get back to our amazing van.
After a quick stop in the typical American on the road fast-food, and after another night spent in Flagstaff (…) we headed south to our third and last destination: Phoenix, the capital of Arizona.
You may wonder why we’ve decided to go to Phoenix. Well, then answer is, we thought it was cool.
Also, as we said, we were travelling during Thanksgiving so what could be better than spending Black Friday in Scottsdale Fashion Square, the largest shopping mall in Arizona and in Southwest America?
In case it sounds new to you, Black Friday is the day following Thanksgiving day; in such day, major retailers open very early (generally at 6.00AM) and they offer incredible discounts (the legend says you could buy iPods at 50$ back in the days…), drawing massive amounts of people queueing up in front of the shops entrances like hyenas.
In some shopping malls, it’s an established tradition for people to camp the night before in the parking lots with barbeques and tends, waiting for the dawn of the “shopping day of the year” (yeah I know… it sounds weird).
So yes, at 6.00am (which means I woke up at around 5.30) I was lonely walking in the corridors of this huge mall (my mates didn’t believe it was a particularly brilliant idea)… looking for buying something. My objective was finding a nice pair of shoes at a crazily-unbelievable-cheap price!
In the end, well… I found some good shoes at a reasonable price and I bought them. Nothing that would justify me waking up before even the sun rises anyway, but screw it, I’ve had my full dose of American experience!
What was even nicer, once I got out of the mall after a couple of hours of a zombie version of myself trying to have a look at the nicest of the ~230 shops situated there, had been ending up in the Scottsdale Old Town, a nearby district full of Indian art shops.
Apparently the merchants there keep good relationships with the Indian tribes living in the Arizonan reserves, and the outcome is that you can buy jewelry and a large set of different handcraft pieces made by Native Americans… I mean, real American Indians!
Every piece is shipped with a certificate stating who is the person that made it and to which tribe he\she belongs to. For the first time, I felt like being closer to “Dances with Wolves”!
My Arizonan experience ends with buying some Indian artwork, a visit to Phoenix downtown (nothing particularly caught my attention there, apart from the fact that Thanksgiving turned the city into a ghost town), and with a long drive back through the desert.
You may think that going through the desert for so many hours gets easily boring… Well it’s not the case. There is not a single Arizonan desert. The landscape mutates continuously, every 20 minutes you can admire different types of rocks, different colors of sand, different shapes of the dunes. To make it even more special, driving around you will encounter lonely, dusty (and a bit creepy) gas stations, uninhabited military camps, random fast foods and even a small aliens museum (yes… in the middle of the desert!).
A total of about 1.800 kilometers in few days, and images that will remain stamped in my mind forever made this trip unforgettable. Cause in the end it doesn’t matter how long you drive, what matters is what’s your destination.
[/spoiler]
7 comentarios
Prime!
jajajajaja lo sé, me lo tienen que mirar. pedazo de viaje con paisajes espectaculares…y ese amor de los norteamiercanos por las armas de fuego no deja de asombrarme
Bueno lo de las armas en los supermercados baratas… luego se quejan de asesinos en serie, niños locos que matan a toda la escuela… pero si se le pone fácil, soy el primero que os mataría a todos!!! (es broma)
Esta muy bien explicado, debe ser impresionante, con tanto frío es normal que se conserven tan bien los recuerdos.
Me parece una pena que los otros no hubiesen ido al black friday, por un día… hay que vivir experiencias y no tanto dormir!
Brutal. En realidad no cuentas nada que no supiera ya, pero las experiencias tienen que ser alucinantes. Los desiertos, el black friday (que por cierto, apple ya celebra en España), …
Tengo pendiente hacer un viaje por el estilo pero en vez de hasta Arizona hasta Texas. Quiero ver Dallas!
Siempre me ha llamado la atención el Cañón, creo que lei en alguna parte que es uno de los accidentes naturales visibles desde el espacio…debe ser impresionante!
Envidio la experiencia, menos lo de dormir 8 en un mismo colchón(si lo que realmente hicieron fue dormir…claro…)…jajajaja
Deseando leer el próximo viaje, para viajar, aunque sea en alma, con vosotros!
Chu!!
Dormimos unas seis horas si, te lo garantizo! 😉
Lo que me gusta es lo considerados que son, no vendiendo armas por navidad. Que majos !!